Epístola Pascual
De Su Eminencia VALENTIN
Metropolita de Suzdal y Vladimir,
Primer Jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa Autónoma
A Nuestros Queridos Hermanos Archipastores, Reverendos Sacerdotes y Monjes,
y a toda la grey amante de Dios de Iglesia Ortodoxa Rusa
Mis amadísimos Archipastores, Pastores, Hermanos y Hermanas,
¡Cristo ha Resucitado!
“Celebrar el fallecimiento de muerte…”
“… el interminable principio de otra vida…”
(del Canon Pascual)
Esta noche, mi amadísimos, en esta la mas radiante de las noches, hemos llegado a la “plenitud de los tiempos.” Los siglos pasan, una generación es sucedida por la siguiente, los elementos de la tierra se enfurecen provocando tormenta tras tormenta, e históricos terremotos vienen y van, dejando a su estela la muerte, la destrucción, y lágrimas, pero la brillante fiesta de la Resurrección del Cristo permanece viva eternamente. Casi dos mil años han pasado desde el momento en que tuvo lugar, este evento central, importante en la historia humana. El mundo ha cambiado completamente desde aquel tiempo, pero el mal y la injusticia no han hecho más que incrementarse. Sólo la Buena Nueva de que Nuestro Señor ha pisoteado la muerte y al maligno, ha liberado a nuestro antepasado, Adán, y a través de este, nuestro común ancestro y progenitor de la raza humana, dio vida eterna y bendición a todos nosotros. Sólo esta Buena Nueva jamás envejecerá y jamás dejará de ser actual.
El hombre carnal está sujeto a sufrir y a morir porque su naturaleza física, la consecuencia del pecado, ha perdido su fuerza vital. Incluso nuestra propia naturaleza material, en su forma exterior, es resultado de la caída de Adán en el pecado. Como dice uno de las oraciones del Triodion Cuaresmal, “el pecado me ha cosido las capas de la piel.” Aquella cual es la fruta del pecado no puede ser tenida por Dios como fuente de existencia, y por consiguiente está condenada a morir. Dios es la única fuente de vida, de existencia, y de esta manera todo aquellos que no esté conectado a esta Fuente está condenado a la muerte y a la inexistencia. Todo lo que esta fuera de la voluntad de Dios, tarde o temprano, cesa su diáfana e ilusiva existencia. El Señor habló sobre este cuerpo nuestro, temporal, materialista y burdo, cuando dijo, "Polvo eres, y al polvo volverás.” (cf. Gen. 3:19).
No fue para esto que Dios creó al hombre. Como Él nos dice en su Libro de las Revelaciones, el Señor creó al hombre para que participe en el gozo y bienaventuranza de Su Vida Divina. Como dijo San Gregorio el Teólogo, “Dios se hizo hombre, para que el hombre pudiera hacerse Dios.” El triunfo de Pascua, cuyo comienzo es simbolizado revistiéndose a la iglesia y al clero con vestiduras luminosas durante las Vísperas del Sábado Santo, fue anticipado por el Salmista cuando dirigiéndose al Nuevo Israel, la Iglesia de Cristo, dijo, “Vosotros sois dioses, y todos hijos del Altísimo.”(Sal.81:6). Éstas son las mismas palabras que son leídas en la iglesia mientras esta es revestida con vestiduras pascuales.
Abriendo el reino de Dios a nosotros, haciéndonos participes de su vida divina, en su insoldable perfección y bondad, el Señor en si mismo experimenta las formas más extremas de sufrimientos que puedan existir en la tierra. Piensen un poco sobre esto, mis queridos; para reestablecer nuestra naturaleza caída y corrompida, la cual no ha caído por la voluntad de Dios sino por nuestra propia voluntad pecaminosa, el Señor fue crucificado en la cruz y sufrió una muerte vergonzosa. El camino a la bienaventuranza, para todos nosotros, consiste en un extremo sufrimiento por parte de Dios. Para abrir el paraíso a aquéllos que han pecado, “Este Hombre no ha hecho nada malo” (Lc. 23:41) para soportó un castigo más horrible. ¿No debe ser esto solo bastante para ablandar nuestros pedregosos corazones y llenarnos de sentimientos de temeroso amor y gratitud hacia nuestro Creador y Redentor?
En la magnifica profecía de Ezequiel acerca de la resurrección general de los muertos (Ez. cap 37) cual es leída en las Vísperas del Sábado Santo, dice que en la segunda venida de Cristo, todos los muertos resucitaran corporalmente para presenciar el último juicio universal. Nuestros cuerpos no serán en aquel momento materiales y burdos como lo son nuestros cuerpos actuales. Después de la resurrección, nuestros cuerpos tendrán una fina característica espiritual, y no estarán sujetos a las leyes físicas de la naturaleza gobernante, tiempo y espacio. Ellas no podrán impedidor que podamos ver a Dios “cara a cara” como solamente los grandes santos son dignos de hacerlo todavía estando en la tierra. Estos verdaderamente serán los cuerpos del “siglos venideros;” glorificados, incorruptos, y participantes de la existencia divina. Permitámonos suprimir y limitar nuestros presentes cuerpos terrenales, con sus vanas y temporales demandas, para que nuestras almas puedan prepararse correctamente para recibir tales nuevos e incorruptos cuerpos en la resurrección general de los muertos.
La dicha de aquella vida en el siglo por venir es dada por el Señor gratuitamente, de acuerdo con su gracia. El gozo Pascual es una prefiguración de esta felicidad que el Señor también nos da gratuitamente en esta noche radiante. Cuanto más profunda e intensamente experimentemos esta alegría, más tiempo morará dentro de nosotros, y más preparadas nuestras almas estarán para encontrarse con Dios. El Salmista y Rey David, en esta plenitud de la gracia, clamo, “Listo esta mi corazón, Oh Dios, mi corazón listo esta", (Sal.56:8). Este gozo es un anticipo de la dicha futura y debe ser cuidadosamente conservado, guardándose uno mismo del pecado, realizando rectas acciones, conteniendo la lengua de todo comentario ocioso, y llenando la mente y el corazón con la oración incesante.
El verdadero gozo pascual no puede ser disminuido por cualquier adversidad que provenga de circunstancias terrenales. No obstante, estamos obligados por amor, como cristianos, recordar en este momento triunfante, a nuestro hermanos que en el presente están en necesidad y sufriendo persecución por el nombre de Cristo. Casi noventa años han pasado desde aquel terrible día cuando horribles persecuciones como nunca antes se habían visto en la historia de la Cristiandad, fueron libradas por los impíos ateos contra la Iglesia de Rusia. Desde aquel día, no hemos dejado de orar “por todos aquéllos que son perseguidos o que están sufriendo por causa de la Santa Fe Ortodoxa", y la petición por el Santísimo Patriarca, cuyo cátedra ha permanecido vacía desde 1925, fue reemplazada por la conmemoración “del Episcopado Ortodoxo de la perseguida Iglesia Rusa."
Estas oraciones lejos están de ser anticuadas, incluso hoy. Las persecuciones y sufrimientos por la Santa Fe Ortodoxa es una realidad de nuestros tiempos en Rusia, y en varios otros países. Estas persecuciones continúan a pesar de que las autoridades oficiales sostienen que hay un “renacimiento espiritual" que esta teniendo lugar en el pueblo, y a pesar de que ellos financian la construcción de iglesias y apoyan de toda las maneras posibles al seudo Patriarcado de Moscú, cual fue establecido durante el auge del ateísmo en 1943. Cuanto mas apoyo se brinda a esta organización, que crece continuamente y cada vez mas en la cercanía a las autoridades oficiales, pero que continua y proporcionalmente, cada vez mas se aleja de la Verdadera Ortodoxia, cuando menos restos quedan de verdadera libertad de conciencia e igualdad de los creyentes ante la ley, cuanto más es oprimida nuestra verdadera Iglesia Ortodoxa de Cristo.
Permitámonos, mis amadísimos, orar muy fuertemente por nuestros Archipastores que están siendo oprimidos desde todos lados en sus intentos por incorporar diócesis y que a su vez no pueden ser incorporados monasterios y parroquias. Permitámonos orar por la grey amante de Dios de la ciudad capital de nuestra iglesia, Suzdal, cual durante años le ha sido negada la oportunidad de afirmar sus derechos legalmente por la recientemente construida Iglesia de los Nuevos Mártires y Confesores de Rusia, y la capilla en el Cementerio Znamensky. Permitámonos orar por nuestros grandes tesoros espirituales: la Iglesia de San Esteban el Primer Mártir y Archidiácono que está en el antiguo pueblo de Kideksha, la Iglesia de San Juan Bautista en el pueblo de Pavlovsk, la Iglesia de a Santa Equiapostol Olga en el pueblo de Zheleznovodsk, y muchas otras, las cuales han sido profanadas por los herejes, o están en el peligro de ser profanadas pronto por ellos. Esta noche, permitámonos recordar en nuestras oraciones a nuestros afligidos hermanos de las regiones de Orenburg, Cheliabinsk, Briansk, Tver, en Letonia, y aquéllos en aquellas otras regiones dónde continúa la persecución contra la Verdadera Ortodoxia.
Permitámoslos recordar que en nosotros, como hijos de la verdadera Iglesia, en este pequeño rebaño que no se ha desviado de la verdad y a pesar de nuestra casi completa destrucción física después de ochenta años de ateísmo militante, yace una especial responsabilidad. Por nuestra vida virtuosa, por nuestro celo por cumplir firmemente los mandamientos de Dios, estamos obligados a mostrar al mundo la belleza y verdad de la Verdadera Ortodoxia, para que los hombres puedan ver nuestras buenas obras, y glorifiquen a nuestro Padre que esta en los cielos (cf. Mat. 5:16).
¡Amadísimos en Jesucristo Resucitado!
¡Desde lo más profundo de mi corazón, los saludo nuevamente a todos ustedes en esta noche brillante de gozo en la Resurrección de Cristo! La Resurrección del Señor nos bendiga a todas nosotros y conceda “gran gozo" a todas y cada una de vuestras familias dónde la Resurrección se recuerde y se honre. ¡Es mi piadoso desea que el gozo de la Pascua pueda permanecer en todos vosotros todos los días de vuestras vidas! Amén.
Con abundante gozo y amor,
Humildemente
- VALENTIN
Metropolita de Suzdal y Vladimir
Pascua, 2005,
Suzdal[/b]