La Verdadera Iglesia Ortodoxa de Grecia

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Priest Siluan
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La Verdadera Iglesia Ortodoxa de Grecia

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La Verdadera Iglesia Ortodoxa de Grecia

En 1924 la Iglesia de Grecia introdujó la pan herejía del Ecumenismo
en una forma tangible a cada creyente: al cambiar el tradicional
calendario Juliano de la Iglesia. Adoptó el calendario Gregoriano
Papal, de esta manera evidenciando un deseo de concelebrar, no con la
Iglesia Triunfante en el cielo, sino más bien con los herejes del
caído Oeste. Cerca de un cuarto de la población griega rehusó aceptar
la innovación, y se separó de la jerarquía herétizante, pero no fue
hasta 1935 que algunos obispos se unieron a la causa. En ese año, tres
obispos de la Iglesia del Nuevo Calendario se declararon por el Viejo
Calendario, e inmediatamente asumieron liderazgo del movimiento. Los
Nuevos Calendaristas respondieron con el inicio de una violenta y
muchas veces sangrienta persecución. Con la ayuda de la policía, ellos
brutalizaron y desterraron los líderes del Viejo Calendario, y fueron
tan lejos como al arrojar cálices al suelo y pisotear la Santa
Eucaristía. En este tiempo (1935), los obispos del Viejo Calendario
publicaron una encíclica al efecto de que la Iglesia del Nuevo
Calendario se había separado del Cuerpo de Cristo, y ya no poseía
misterios validos. Dos años más tarde, sin embargo, el Metropolitano
Crisóstomo (I) de Florina, más tarde líder de la Iglesia Vetero
Calendarista, escribió una carta privada a otro obispo diciendo que,
en su opinión, los Nuevos Calendaristas estaban solamente en un estado
de cisma potencial, y que sus misterios todavía eran validos. Otros
dos obispos (de los que habían sido ordenados), al saber esta opinión,
se separaron del Sínodo Viejo Calendarista, creyendo este sentir ser
una caída de la verdadera Ortodoxia. En 1948, uno de ellos, Mateo de
Brestena, creyendo que el era el último obispo ortodoxo en la tierra,
ordenó (por si mismo), un nuevo sínodo de obispos, e aquí formando un
sínodo paralelo al sínodo principal. A este grupo se le conoce como
"Mateistas", y fue el primer cisma en nuestra Iglesia. Eventualmente,
cuando otros obispos murieron o volvieron al Nuevo Calendario, el
Metropolitano Crisóstomo (I) de Florina, líder de la Iglesia, sintió
necesario (en 1950) restaurar la unidad entre los Viejos Calendaristas
al retractarse sinodalmente de su carta de 1937 y oficialmente
declarando (una ves mas) que el Nuevo Calendario no tenía gracia.
Esto, desafortunadamente, falló en sanar el cisma Mateista, y en 1955
Crisóstomo (I) murió, dejando al grupo principal de los Viejos
Calendaristas sin ningún obispo. Esta situación fue remediada
parcialmente en 1960 y 1962, cuando varios jerarcas fueron consagrados
por obispos de la Iglesia Rusa en el Extranjero. Esto fue resuelto
completamente en 1969, cuando estas consagraciones privadas fueron
reconocidas oficialmente por el Sínodo Ruso, y se estableció total
comunión entre la Iglesia Griega Viejo Calendarista y la Iglesia Rusa
en el Extranjero.

En 1963, Ausencio, un hombre bueno pero incompetente, fue electo
Arzobispo. Durante su mala administración, surgieron numerosos
escándalos cuando clérigos inmorales fueron ordenados o aceptados del
Nuevo Calendario. Las relaciones con la Iglesia en el Extranjero se
deterioraron, y muchas personas silenciosamente abandonaron el Viejo
Calendario. Varios hechos de este periodo fueron: 1) En 1969 el
Archimandrita Cipriano y su monasterio en Fili, antiguamente Nuevo
Calendaristas, se unieron al Viejo Calendario bajo Ausencio. 2) En
1974, el Sínodo de Ausencio renovó su condenación de los Nuevo
Calendaristas como carentes de gracia. 3) En 1977, Calixto, un obispo
del Sínodo Mateista, se unió al Sínodo de Ausencio, para de esa manera
estar en comunión con la Iglesia en el Extranjero.

Desanimados a causa de los escándalos que ocurrían en la Iglesia, un
numero de obispos dejaron de asistir a las reuniones sinodales y, en
febrero de 1979, dos de los cinco obispos que quedaban en el Sínodo
(el ya mencionado Calixto y su cohorte Antonio), procedieron a
consagrar ocho nuevos obispos, uno de los cuales fue Cipriano de Fili.
Estas ordenaciones fueron hechas sin el permiso, e inclusive, sin el
voto del Sínodo, fueron celebradas por una minoría de los miembros del
Sínodo, y tuvieron lugar durante la noche en el monasterio de Fili.
Los obispos separatistas reclamaron que tenían el permiso verbal del
Arzobispo Ausencio, pero Ausencio negó el haber hecho tal comentario y
con sus jerarcas inmediatamente condenó y depusó los nuevos obispos.
Los nuevos obispos se declararon ser el único sínodo legítimo de los
Viejos Calendaristas e inmediatamente invitaron los jerarcas que
habían dejado de ir a las reuniones sinodales a unirse a ellos, pero
los otros obispos (como Pedro de Astoria y Crisóstomo (II), el futuro
Arzobispo) rehusaron unirse al grupo cismático. En 1983, el presidente
del nuevo sínodo Calixto se retiro. Un poco mas tarde, todos los
sobrevivientes obispos consagrados por Calixto y Antonio, con
excepción de Cipriano (uno había muerto), se arrepintieron de sus
consagraciones no canónicas y fueron aceptados dentro del Sínodo de
Ausencio. En este tiempo (1984), el Metropolitano Cipriano presento
sus propias teorías eclesiologicas en una forma coherente,
pronunciando definitivamente que la Iglesia Nuevo Calendarista era la
Iglesia Madre y que sus misterios eran validos hasta ser condenados
por un concilio pan ortodoxo. En base a esta posición, el rehusó
unirse a los obispos bajo Ausencio. Se mantuvó aislado y, con la ayuda
de Juan de Cerdeña (el único otro obispo que quedaba del grupo de
Calixto – no uno de los cismáticos originales, pero consagrado mas
tarde), organizo sus seguidores en lo que el llamó el Sínodo en
Resistencia.

Debemos notar que Cipriano se unió al Viejo Calendario sabiendo que la
posición oficial de la Iglesia era que el Nuevo Calendario no poseía
gracia. El aceptó consagración al episcopado, no en objeción a esta
posición (ya que Calixto, quien lo había ordenado, era el mas ávido y
publico proponente de la idea), pero mas bien esperando que nuevos y
responsables obispos restaurarían el orden en la Iglesia. No fue hasta
muchos años mas tarde que Cipriano, ya un obispo, comenzó a usar la
cuestion de la gracia como una excusa para mantenerse separado de los
otros jerarcas del Viejo Calendario. El reclamó que era imposible para
el o alguno de sus seguidores tener comunión con una iglesia que
apoyaba la ensenanza oficial de que el Nuevo Calendario no tenía
gracia. En los ojos de Cipriano, entonces, la suya es la Iglesia Viejo
Calendarista canónica, mientras el verdadero Sínodo es cismático por
continuar con lo mismo que había declarado desde 1935 cuando el Viejo
Calendario primeramente recibió su episcopado. Nunca antes nadie había
creído necesario crear un cisma para defender los misterios de los
Nuevo Calendaristas. Cipriano mismo nunca declaro inválido el
movimiento Viejo Calendarista de 1935, 1950, o 1974 (los años cuando
se hicieron las proclamaciones acerca de la falta de gracia del Nuevo
Calendario). Hubiera el hecho eso, el movimiento completo desde sus
principios y durante toda su historia hubiera sido (siguiendo su línea
de razonamiento) "fanático", "extremista", e "imposible de unirse con
él", como él ahora llama al Sínodo bajo Crisóstomo.

Mientras tanto, en el Sínodo canónico, la ineptitud de Ausencio pronto
se convirtió en un problema de nuevo, y él fue depuesto por haber
hecho obispo a un hombre notoriamente inmoral sin la aprobación
sinodal. En su lugar, el reverenciado Crisóstomo (II) fue elevado al
Arzobispado (en 1986), puesto que el ocupa hasta este día.

La diferencia entre los Mateistas, los Ciprianistas, y la canónica
Verdadera Iglesia Ortodoxa de Grecia se puede decir que es como sigue:
los Mateistas dicen que el Nuevo Calendario no tiene gracia y es
herético, y que cualquiera que se aventure a tener una opinión privada
al contrario (como lo hizo Crisóstomo en 1937) no tiene gracia y es
hereje por igual. Los Mateistas también no son canónicos, siendo
cismáticos y teniendo sus ordenaciones de un solo obispo, lo cual los
cánones prohíben estrictamente. Los Ciprianistas mantienen que el
Nuevo Calendario es la "Madre Iglesia" de la Iglesia Vetero
Calendarista; que sus misterios (sacramentos) son completamente
validos hasta que sean condenados por un concilio Pan Ortodoxo, y que
quien diga lo contrario es un seriamente erróneo fanático con quien es
imposible tener comunión. Los Ciprianistas son también cismáticos, al
tener sus raíces en el cisma de Calixto. Finalmente, la Iglesia
canónica de Grecia, la cual comprende el 70% del movimiento Vetero
Calendarista, mantiene la posición tradicional de que el Nuevo
Calendario no tiene gracia; pero la posición actual en la Iglesia no
es necesariamente unilateral en este aspecto. Sus obispos repudian la
iglesia Nuevo Calendarista no tanto porque la ven sin gracia, sino
porque ha abandonado la verdad. Ya que no se adhiere a una confesión
de fe Ortodoxa, es imposible para los Verdaderos Ortodoxos el
reconocerla, al ser un grupo cismático, como la Iglesia Madre, o
oficialmente declararla, al ser un grupo cismático y sin gracia, como
poseedora de la plenitud de la gracia de Cristo – como enseña Cipriano.

Admiramos las actividades pastorales y anti ecuménicas de los
Ciprianistas, al igual que el celo y la piedad de los Mateistas, y
esperamos el día en que ambos grupos terminen sus cismas y vuelvan a
la Iglesia canónica. De esta forma, nuestras fuerzas unidas
representaran una oposición coherente al Ecumenismo, lo cual, con la
ayuda de Dios, será imposible para los herejes de ignorar o soportar.

Para más información sobre esta iglesia, favor de contactar al Padre
Maximos al E-mail: TheNewRome@aol.com

Sínodo del Arzobispo Chrysostomos II de Atenas.

http://www.orthodoxchristianity.net/ind ... &Itemid=28

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